En aquel entonces, el mundo era un poco más lento: existían emperadores y revueltas por la cerveza, y se pagaba a los trabajadores en monedas de oro. En 1873, hace casi 150 años, Christoph Albert Handtmann fundó un taller mecánico y fundición de latón en Biberach, en el sur de Alemania. Entre los primeros productos vendidos por Handtmann se incluían tiradores de cerveza y grifos. Actualmente, la empresa cuenta con un posicionamiento internacional con cinco segmentos empresariales que suministran a grandes marcas de la industria del automóvil y producen plantas completas para la industria alimentaria.
¿No suena familiar? Las similitudes con la historia de Bühler son sorprendentes: ambas empresas comenzaron en el siglo XIX como simples fundiciones, actualmente siguen siendo empresas familiares y son grupos industriales de éxito internacional. Puede que este sea el motivo por el que la colaboración entre Handtmann y Bühler funciona tan bien.
Durante décadas, Handtmann ha confiado en Bühler como proveedor de tecnologías de fundición a presión.